¿Dónde se fue mi ánimo?

Aug 2 / Wenddy Neciosup
Yo no era así. Antes, no me caía mal ir a las reuniones de la iglesia, estudiar un curso o liderar un grupo. De hecho, se me ocurrían algunas ideas nuevas, frescas, y con mucho vigor que quería implementarlas. Antes, no me molestaba pasar tiempo con los miembros del equipo; escucharlos repetir por enésima vez las cosas con tal de motivarlos a llegar a las metas que nos habíamos trazado.

Yo no era así. Antes, disfrutaba preparar los estudios bíblicos, escribir preguntas, pensar en maneras creativas para atraer la atención sobre el tema y crear momentos de aprendizaje memorables. Antes, tenía muchísima expectativa del próximo proyecto, campamento, retiro, o la actividad que fuera.
Yo no empecé en el ministerio con la idea de un día querer alejarme. Yo no era así. Algo sucede en el camino de la experiencia ministerial que nos hace considerar seriamente la posibilidad de tirar la toalla. No importa si llevas muchos años en el ministerio o pocos meses. Todos pasamos por allí; tarde o temprano la idea te cruzará por la mente. Son muchos los posibles factores que te conduzcan al malestar del desánimo, desgaste, depresión, cansancio, frustración, agotamiento. ¿Es por causas espirituales? Tal vez. ¿Es por causas emocionales? Quizás. ¿Es por causas físicas? A lo mejor. ¿Es por culpa de otras personas? No, eso nunca.

No somos responsables de las circunstancias que nos rodean, solamente de nuestra respuesta ante ellas. Es nuestra decisión. ¿Has vivido una experiencia similar alguna vez? ¿Has pensado renunciar a su cargo como pastor, diácono u otra de las posiciones de responsabilidad en la congregación? ¿Te has sentido agobiado por el desánimo? ¿En algún momento has pensado renunciar a todo?... Pues le tengo una buena noticia: no eres el primero ni tampoco el único. Al igual que tu, decenas, millares quizá, han atravesado por desiertos similares.

Creo que muchos de nosotros andamos, así como ellos, pasando por esa prueba del desánimo. Veo demasiadas personas que han permitido que la vida los agote. Antes eran alegres, y caminaban con brío en sus pasos; recibían cada día con emoción. Pero a lo largo del tiempo, han permitido que su felicidad dé paso al agotamiento. Al igual que una nube oscura, les siguiera dondequiera que van (como la mala suerte).

Así se sentía quien escribió esto: “El dolor me tiene agotado; cada noche baño en lágrimas mi almohada..” Salmos 6:6 NBV

Puedes enfrentarte a problemas y reveses, pero recuerda que Dios sigue guiando tu camino. Él nos ha dado la fortaleza para estar donde estamos con una buena actitud. Cuando el desánimo llame a tu puerta, no tienes que ir corriendo a abrirle. Tan solo di: “No gracias. Estoy manteniendo mi alegría. Sé que Dios tiene el control de mi vida”.

De hecho, conozco muchos líderes que han atravesado el valle de sombra y de muerte y siguen fieles. Conozco a otros que, bueno, no sé dónde están.

Desaparecieron. Ya no están con nosotros en el ministerio. ¿Cuál es la diferencia? ¿Cuáles son los factores que hacen que unos superen el desánimo y otros se ahoguen en él? De hecho, me pregunto qué fue lo que ayudó a Jesús a no rendirse en su ministerio terrenal. Veo que él también enfrentó áridas situaciones que pudieron desanimarlo. Pero las multitudes, enemigos, traidores, y la misma muerte no pudieron deprimirlo.

Hay un Salmo que me llena de esperanza, que me ayuda a sacudirme el desánimo. El Salmos 30:5 NBV Un instante dura su ira; su gracia perdura de por vida. Las lágrimas pueden huir la noche entera, pero al amanecer habrá gozo.

La mañana comienza a las 12:01. Lo interesante es que aunque es una nueva mañana, a medianoche sigue estando oscuro. A la 1:00, las 2:00, las 3:00, las 4:00 sigue estando oscuro. No parece que esté sucediendo nada. Pero por oscuro que esté, llega la luz. Has entrado a un nuevo día.

Normalmente, entre las 6:00 y las 7:00 de la mañana verás salir el sol por el horizonte. Las cosas comenzarán a iluminarse. En otras palabras, el negocio aumentará, la salud será restaurado; se secarán las lágrimas, la noche ya pasó, se cumplirán sueños. En los períodos de desánimo tienes que recordarte a ti mismo que Dios te hará amanecer, que mañana estaremos felices, que si tu mundo cae en pedazos, todo cae en sus brazos.

Sea cual sea la situación que estés enfrentando hoy, hay una salida. Eso también pasará, y puedes estar bien. Puedes llegar en el ministerio hasta donde Dios te ha llamado. Puedes perseverar y alcanzar lo que Él te ha llamado a lograr.

Habrá oposición en el camino hacia tu destino. Puede que tome más tiempo del que habías esperado, y puede que sea más difícil de lo que pensaste. Puedes desanimarte fácilmente y pensar que nunca se solucionará. Tienes que entender que al otro lado de ese desánimo te espera un nuevo nivel de tu destino. Cuando pases por la prueba, siempre habrá ascenso.

Puedes hacer eco de las palabras de Pablo en II Timoteo 4:7 y decir, “¡Estoy peleando la buena batalla, estoy acabando la carrera, estoy guardando la fe!” Yo he estado en esta carrera 32 años. He tenido altibajos. He padecido desánimo, y he recobrado el vigor. Quiero seguir hasta donde Cristo me permita seguir: “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio” (I Timoteo 1:12).

¡Ánimo, nos vemos en la meta!